lunes, 6 de abril de 2009

EL CONDON FEMENINO, PARTE I



Si bien el preservativo masculino vende anualmente miles de millones de unidades en el mundo, el condón femenino apenas es conocido y no lo enfrenta comercialmente debido, principalmente, a que poco se difunden sus características y cualidades, pero está adquiriendo cada día más notoriedad, ya que representa una alternativa en la cual la mujer es la protagonista.

Diseñado en primera instancia para evitar embarazos no deseados, el condón femenino ha evolucionado y se constituye en nuestros días como el primer y único método de barrera controlado por la mujer, ya que al colocárselo en su cuerpo le da la posibilidad de decidir el momento de usarlo o retirarlo si lo desea.

Pese a que este método evita el contacto directo de la vagina con el pene, no interfiere en el placer sexual, al tiempo que brinda protección ante posibles infecciones causadas por hongos, bacterias o virus que se transmiten por esta vía.

Ahora bien, el preservativo femenino ofrece opciones a parejas en las cuales el varón no tiene la posibilidad de usar el condón habitual, por ejemplo, por ser alérgico al material con el que se fabrica (látex), ya que el empleado por la mujer es de poliuretano, por lo que no provoca alergia alguna.

Asimismo, algunos hombres refieren que usar un dispositivo les provoca problemas en la erección o pérdida de sensibilidad, lo cual es revertido con el preservativo de poliuretano, material que además permite el empleo de cualquier lubricante que facilite la penetración sin que se afecte su efectividad.

Cabe destacar que a diferencia de otros métodos anticonceptivos empleados por la mujer, en éste ella tiene el control sobre su empleo, ya que puede ser colocado hasta ocho horas antes del coito, además de que la fertilidad regresa inmediatamente después de descontinuar su uso; es así que para mujeres sin pareja estable resulta muy recomendable.

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